El aislamiento también es para el verano

La reciente ola de calor nos ha dejado titulares en todos los medios de comunicación por los incendios provocados, el alto número de fallecidos por golpes de calor en lo que va de verano o por el coste energético que, especialmente este año, resulta inasumible para la gran mayoría de las familias españolas que quieren hacer un gesto tan cotidiano como encender el aire acondicionado.

Estas altísimas temperaturas a lo largo de tantos días, han provocado que los ciudadanos se pregunten por medidas alternativas para que sus casas no se conviertan en hornos durante estos días. Son muchas las personas que piensan que si su casa está protegida frente al frío, no lo estará frente al calor, pero nada más lejos de la verdad.

El aislamiento es una inversión para todo el año, ya que evita que la fluctuación de temperatura de nuestros hogares esté sujeta al clima exterior. En otras palabras, el aislamiento protege contra el sobrecalentamiento en verano con la misma eficacia que contra la congelación en invierno.

Muchas veces relacionamos, erróneamente, el aislamiento con una fuente de calor, pero no es así. Un material aislante es simplemente una barrera para la transferencia de calor, como lo indica su valor R.

Instalado entre dos ambientes, como el interior y el exterior de tu hogar, el aislamiento va a evitar la transferencia de calor entre ellos. Cuando hace frío y el interior de la casa es cálido, el aislamiento ayuda a retener el calor en el interior, lo que reduce los costos de energía para mantenerse caliente al limitar las pérdidas de calor y, por lo tanto, una disminución en la factura de energía de calefacción.

 

Pero también se aplica lo contrario. Cuando hace calor y el interior de la casa está frío (ya sea por aire acondicionado, ventilación, o por técnicas aplicadas en su construcción), el aislamiento detiene la entrada de calor, reduciendo el coste de mantener esa temperatura agradable y fresca del aire, limitando las pérdidas de enfriamiento y disminuyendo la factura de energía.

Para conseguir esa temperatura fresca en el interior es conveniente seguir algunos consejos como la ventilación cruzada (siempre que sea posible) y nocturna y establecer medidas de protección solar como bajar las persianas de las ventanas orientadas hacia el sol.
En muchas zonas de España con clima muy caluroso en los meses de estío, las facturas de energía son más altas en el verano porque el aire acondicionado suele ser más costoso que la calefacción.

Pero además del ahorro económico hay que tener en cuenta el factor medioambiental. La instalación de aislamiento ayuda a reducir el carbono operativo del edificio al reducir el consumo de energía. Por lo tanto, la huella de carbono de un edificio aislado será menor que la de un edificio sin aislamiento. A gran escala, esta solución puede reducir el consumo de energía de los ocupantes hasta en un 90%, lo que es una contribución significativa a los objetivos «verdes» de la UE para 2050 de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero.

Un material aislante como la lana mineral de vidrio aportará además otras ventajas durante todo el año, como el confort acústico o su carácter incombustible en caso de incendio.

La llegada de las buenas temperaturas e incluso el periodo vacacional, en el que estamos fuera de nuestras viviendas habituales, son buenos momentos para acometer una rehabilitación con aislamiento, también frente al calor, para que ningún verano volvamos a sufrir temperaturas tan altas dentro de nuestros hogares.

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